El ajo: propiedades y beneficios para la salud.


El ajo es un alimento que, a pesar de lo sencillo que se ve, y en múltiples casos de lo mucho que se critica su característico olor, está lleno de nutrientes y otras sustancias que pueden beneficiar la salud al prevenir afecciones y enfermedades crónicas.

Su nombre científico es Allium Sativum, y es una medicina naturista que tiene una amplia utilización farmacológica y de la cual se emplea el bulbo. De acuerdo con los efectos medicinales buscados, varía la forma en que debe ser ingerido, ya que el ajo posee diferentes propiedades crudo o cocido.

Por lo tanto, se le ofrecen cinco datos que no pueden olvidar acerca del ajo y su influencia sobre la salud, pues no sólo de dar sabor y aroma a la comida se trata, sino que este ingrediente ha sido considerado un potente alimento medicinal.

Cuando el ajo crudo es cortado o machacado, se produce la combinación de la aliina con la alinasa, lo que produce una sustancia denominada alicina, la cual tiene acción antibacteriana que no sólo sirve para preservar la inocuidad de otros alimentos o de una comida específica, sino también para incrementar las defensas del organismo. Además, tiene varios efectos benéficos. Si el ajo es cocinado, este compuesto se destruye.

También su contenido en compuestos sulfurados contribuye a la mejor circulación sanguínea, por lo que reduce el riesgo de inflamaciones y todas aquellas enfermedades asociadas a una incorrecta oxigenación de los tejidos y a un inadecuado flujo sanguíneo.

En el proceso de cocción del ajo se liberan compuestos diferentes, como la adenosina y el ajoeno, que poseen cualidades anticoagulantes y que se supone reducen el nivel de colesterol. También incrementa el nivel de insulina en el cuerpo, controla los daños causados por la arterioesclerosis y el reumatismo. Tiene acción en ciertas complicaciones de la diabetes mellitus, en la reversión del estrés y la depresión.

Tiene acción antihipertensiva y por ende favorable a la actividad cardíaca y disminuidora de riesgos de ACV o ictus cerebral.

Está perfectamente demostrado que la alicina tiene como principal compuesto el sulfuro de hidrógeno, el cual facilita la distensión de las membranas celulares vasculares, disminuyendo de este modo la presión sanguínea y favoreciendo la circulación y el transporte de oxígeno mediante la hemoglobina de los glóbulos rojos a los órganos y, por consecuencia, implicando una menor fatiga (estrés) para el corazón.

Lo que ha sido puesto en dudas es la capacidad del ajo para reducir el LDL colesterol (lipoproteína de baja densidad o "colesterol malo") en la sangre y la formación de ateromas, aunque sí posee una acción sobre las plaquetas, por lo que se desaconseja el consumo de suplementos de ajo si no es bajo responsabilidad médica ya que los suplementos artificiales de ajos o su ingesta excesiva pueden afectar la correcta actividad de la coagulación e hiperlipidemia.

También se usa el ajo en vía tópica para combatir las verrugas, además de ser también un eficaz vermífugo por vía oral (perlas de ajo). Hay una larga tradición de uso en la medicina herbaria, que ha utilizado el ajo para la ronquera y la tos.

Es eficaz como antibiótico, combatiendo numerosos hongos, bacterias y virus. Posee vitaminas del complejo B, así como vitaminas C, A y E en menores cantidades, por lo que contribuye a prevenir carencias vitamínicas y tiene un leve efecto antioxidante.

Contiene minerales como el potasio, fósforo, calcio y magnesio, necesarios para la correcta contracción muscular y el adecuado funcionamiento del sistema nervioso, que favorecen una buena salud cardiovascular.

Es bajo en calorías, rico en nutrientes y muy aromático, por lo que es un buen recurso para dar sabor a las comidas, reduciendo el consumo de otros ingredientes que no son tan buenos para la salud, por ejemplo, para reemplazar la sal y restringir la ingesta de sodio.

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