Cómo es mejor el tomate, con o sin cáscara

Ofrece innumerables posibilidades de preparación. Sin embargo, siempre hay dudas sobre si es mejor consumirlo pelado o sin pelar.

El famoso fruto rojo y redondo es bajo en calorías y carbohidratos, tiene un alto contenido de agua, es rico en fibra y minerales como el potasio, fósforo, hierro y calcio y, además, fuente de vitaminas A, C y E.

Parte fundamental de sus propiedades se encuentran principalmente en la cáscara. Según explica la ingeniera de alimentos Flor Ángela Sierra, cuando se realizan análisis de minerales y vitaminas en las frutas y verduras casi todos los nutrientes de estos se acumulan en la piel. De ahí que sea ideal consumirla.

En la piel de este fruto se concentra el licopeno, una sustancia que proporciona el color rojo, es antioxidante, anticancerígeno, fortalece el sistema inmunológico, reduce el colesterol y actúa como protector celular y de las mucosas.

Alrededor del mundo existen diferentes estudios científicos que sustentan las bondades del licopeno para la salud y señalan que esta sustancia es benéfica para proteger el corazón y prevenir las enfermedades cardiovasculares y el cáncer.

Uno de ellos es el del profesor del Departamento de Nutrición de la Universidad de Harvard, Edward Giovannucci. El investigador ha enfocado su trabajo en antioxidantes, particularmente en el licopeno, y ha logrado establecer que el consumo elevado y frecuente de tomate reduce de manera significativa el riesgo de padecer cánceres como el de pulmón, próstata y estómago.

Para no desaprovechar los beneficios de la cáscara de tomate, a la hora de consumirlo es importante que el producto sea orgánico y se lave muy bien, pues ha sido manipulado y debe seguirse un protocolo de higiene. “Cuando no es orgánico, hay que ser muy cuidadosos al cocinarlo, ya que la piel lleva consigo una concentración de agroquímicos y plaguicidas que son dañinos para la salud, por eso se recomienda pelarlo”, afirma la ingeniera.

Para retirar la cáscara de la fruta existen diferentes métodos. El más sencillo es utilizar un pelador diseñado especialmente para esta tarea.

Otra forma consiste en hacer un corte en cruz y sumergirlo en agua hirviendo por no más de 10 segundos. Luego se saca y se sigue el mismo proceso, pero en un recipiente con agua helada.

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